jueves, 21 de mayo de 2009

Un par de cachetes…

shinchan

Tenía tres años y estaba correteando tan feliz con sus amiguetes. Yo también correteaba persiguiéndole para meterlo en la bañera.

- ¡Alex! ¡al bañito, venga! (que vicio tenemos algunos de usar los diminutivos, ahora que me acuerdo me resulta ridículo)

- No, no, no, no, no quero!.

Pasaron 20 minutos y Alex seguía correteando y yo cada vez más…histérica? pues sí, lo reconozco, me estaba alterando por momentos. Al final decidí agarrarlo y llevarlo directamente al cuarto de baño.

- Zas! - ya te tengo!

Lo dejé delante de la bañera y me volví para recoger algo. En ese momento escuché:

- Puta!

Uishhh! no sé yo lo que pasó por mi cabeza cuando escuché su vocecita llamándome puta. Me giré hacia él y le solté un cachete… estaba sorprendida, perpleja, desorientada y…plas! le solté otro…

Alex, que se había quedado tan sorprendido y perplejo (que no desorientado) como su madre, dijo con su habla “zopera”:

- No ze vale, yo te he dicho una vez puta y tu me has dao doz tortaz!!

Me quedé más perpeleja todavía; sólo le abracé mientras le pedía perdón mil veces. Esos fueron los primeros y últimos cachetes que le propiné a mi hijo.

Esas palabras de mi peque fueron el inicio de una larga reflexión. Me pasé unos días elaborando mi propia “teoría” al respecto (me suena raro eso que acabo de escribir dada la simplicidad de lo que he llamado de ese modo, pero no encuentro otra palabra).

¿Qué derecho tenía yo a darle ni medio cachete a Alex? Ninguno!

No puedo pegarle a mi vecino cuando me fastidia con la música a las 3 de la madrugada; tampoco puedo arrearle a mi pareja cuando me saca de quicio, ni a mi madre cuando con sus cosas me lleva al borde del ataque de nervios. ¿Entonces, de que poder me apropié en ese momento para poder soltarle ese par de cachetes a mi hijo? . No estaba apropiándome de nada, estaba utilizando un poder que por circunstancias determinadas yo tenía a mi alcance en ese momento y abusé de ese poder.

Finalmente decidí y sigo pensando lo mismo después de 15 años, que el hecho de pegar a los hijos es un abuso de poder absoluto.

La verdad es que Alex estuvo sembrao con esa frase “zopera”!

lunes, 11 de mayo de 2009

Una montaña rusa.

Mi sevillano dice que su vida a mi lado es como una montaña rusa. Me pregunto si será porque en algunos momentos está acojonado, porque se siente en la cima más alta en otros o por las sorpresas que se lleva. No sé, no me lo ha aclarado y supongo que no lo hace para mantener mi expectación y que así no deje de preguntarle al respecto. Le gusta mucho eso de verme interesada del todo por algo. La verdad es que creo que me observa y va sacando conclusiones. Es un gran observador. La cuestión es que sigue a mi lado en el carricoche de la montaña rusa.

Pero la vida es así, ¿no?. Subidones de infarto, bajadas increíbles, imprevistos, desequilibrios en la estructura, revisiones y ajustes, atracción, mareos, pánico, prisas, esperas interminables, nervios, carcajadas, rapidez…y tantas otras emociones y razones.

Hoy hablábamos en el blog de un amigo sobre las emociones y la capacidad de manejarlas. Ufffff, para mi ese es un tema complicado, sobre todo cuando en el trabajo, se habla de “reconducir emociones”. Al principio me daba un miedo atroz esa expresión. Me preguntaba cómo podía yo ni siquiera pensar en reconducir las emociones de nadie. Ya no me asusta pero sigue sin gustarme esa expresión y sigo sin creer que siempre sea una opción válida.

Pienso en la posibilidad de que en el intento de reconducir, lo que se esté haciendo realmente sea contener emociones (que deberían salir e ir hacia donde tenían previsto…). Me pregunto hacia donde reconducimos, ¿hacia lo que nosotros creemos que es el lugar correcto para esa emoción?. En ocasiones parece que las emociones se han reconducido, pero al cabo de unos días o de unos meses te das cuenta de que esa emoción sigue impulsando la vida de esa persona y puede ser un elemento que no la deja seguir, que la mantiene bloqueada en un punto.

No sé, a veces me pregunto si lo de la reconducción no es más que otro de esos conceptos tan chulos y que suenan tan interesantes en el ámbito de lo social. En mi opinión, trabajando con, desde y entre las emociones en “estado puro”, siendo las que son y se dirijan hacia donde se dirijan, se consiguen también avances importantes.

¿Me habré explicado bien? me da que no mucho , En fin…es lo que hay!

sábado, 2 de mayo de 2009

La vida es una hora…



Eso dice un amigo mío.

¡Ahora me doy cuenta que ya han pasado 35 minutos!. Bueno, me quedan otros 25, tendré que seguir aprovechando el tiempo. Y digo seguir porque no soy consciente de haber perdido ni un solo segundo de mi hora.

Me he parado a escuchar el tic tac… me he parado precisamente ahora porque mi cuerpo ha empezado a dar señales desconocidas para mi hasta este momento.

Mis articulaciones duelen y se inflaman, joder! “pero si soy una chavala (bueno casi)”, le dije a la doctora. “¿Eso no es cosa de mayores?”, le pregunté. La doctora me aclaró que eso era una creencia muy extendida pero falsa.

Y aquí me tenéis, hablando sobre mi artritis. Y tal vez hablo sobre ella para que piense que la estoy poniendo verde y desaparezca toda ofendida ella.

También puede ser que hablo sobre ella para ir aceptándola y decidir, teniendo en cuenta que va a acompañarme durante esos 25 minutos de los que hablaba antes, cómo voy a tratarla.

De momento reconozco que, sin conocerla apenas, creo que es una bruja de las pirujas pirujas. Pero ya sé que a veces las apariencias engañan, así que esperaré a ver que pasa. En todo caso, no pienso dejar que consiga hacerme perder ni un solo segundo de mi hora…